Los trips son un insecto plaga que afecta a diversos cultivos de hortalizas como pepino, sandía, tomate, calabaza y cebolla. Los trips pertenecen al orden Thysanoptera, poseen alas en su fase adulta y son tan pequeños que su longitud promedio es de 1.3 milímetros. Se conocen más de nueve especies, sin embargo para las condiciones de México las especies son las más comunes son Frankliniella occidentalis, Thrips tabaco y Heliothrips haemorrhoidalis (Seminis, 2017).
El ciclo puede durar de 10 a 21 días de acuerdo a las condiciones ambientales; consta de cinco estadíos huevecillo (4 a 8 días), ninfa (4 a 7 días), pseudopupa (2 a 6 días y adulto (Pilarte y Olivas, 2020).
Los daños directos se producen por la alimentación de larvas y adultos, sobre todo en el envés de las hojas, dejando un aspecto plateado en la parte afectada que luego se necrosan. Estos síntomas pueden apreciarse cuando afectan los frutos y cuando son muy extensos en hojas. Cuando estos insectos están presentes también pueden verse tejidos decolorados o deformados. Prefieren alimentarse de tejido que se encuentra en crecimiento (Pilarte y Olivas, 2020).
Además de que puede provocar daños estéticos en la planta y a los frutos, puede afectar la polinización, pues algunas especies se alimentan también del polen de las flores, disminuyendo el cuajado y rendimiento esperado.
Por último los trips son transmisores de virus como el virus del bronceado del tomate (TSWV) y el virus del mosaico del tabaco (TMV) (Seminis, 2017).
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Para disminuir el potencial de daño de esta plaga es necesario realizar monitoreos constantes para identificar si existen trips en nuestros cultivos y evaluar el nivel de infestación, eliminar maleza alrededor de la parcela, utilizar trampas principalmente azules, realizar una fertilización, riegos y control de otras plagas adecuado, ya que los trips causarán más daño en plantas estresadas, utilizar acolchado plástico si es posible, y optar por un color reflejante como plateado brillante (Seminis, 2017), el uso de extractos vegetales como el neem, y el jabón potásico son herramientas para el manejo antes de pensar en la aplicación de sustancias químicas, para contribuir al desarrollo de una agricultura más ecológica.
Por Ing. Rodrigo Figueroa
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